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Esencias del traje chino


PUBLICADO: Pena González, Pablo, “Los misterios del traje chino”, artículo: Datatèxtil, CDMT, Terrassa, nº. 11, 2005.


1. Las etnias han y manchúSiendo un país tan enorme, casi es más preciso hablar de varias Chinas en vez de una sola. Pero sobresalen dos etnias principales: la han y la manchú.

Han - El ochenta por ciento de la población china pertenece a la etnia han, cuya civilización se desarrolló en las dieciocho provincias situadas al sur de la Gran Muralla. En líneas generales, podemos circunscribir la cultura han al territorio que recoge ese inmenso litoral en forma de codo que se extiende desde el Mar Amarillo hasta el Mar de China, entre la península de Corea y la costa vietnamita. Esta zona del país ha sido muchas veces llamada la China propiamente dicha o la China verdadera.

La dinastía fundamental o clásica que gobernó a la etnia han es la que lleva el mismo nombre, la dinastía Han, cuya regencia tuvo lugar en fechas muy parecidas a las de nuestra civilización clásica occidental (206 a. C. – 220 d. C.). Con los Han llegó la Edad de Oro y se perfilaron las directrices que caracterizan a la civilización han, tanto en lo administrativo con la invención del mandarinato (el funcionariado), como en lo económico y lo cultural al abrir las puertas de la Ruta de la Seda, fuente inagotable de riqueza para el comercio chino y canal a través del cual transmitir su cultura al resto de Asia y hasta las potencias occidentales. Las industrias de la seda, la laca y el jade, más tarde el papel, configuran su inconfundible personalidad artística e industrial.

Manchú - Las tribus pastoriles y nómadas al norte de la Gran Muralla, denominados bárbaras por los antiguos habitantes de la China propiamente dicha, constituían un conjunto de poblaciones comparativamente rudas, pero su presencia fue constante a lo largo de la historia china y llegaron a ostentar el poder imperial en varios momentos. Bajo la longeva dinastía manchú Qing (1644-1911) lo han y lo manchú se funden y, si antaño los han tachaban de bárbaros a sus vecinos manchús, a los chinos actuales incluso les causa resentimiento que algunos occidentales mantengan el nombre de Manchuria para designar a las provincias del norte.

La cultura de estas poblaciones nórdicas influyó superficialmente en la han; sucedió algo similar a lo ocurrido entre las antiguas Grecia y Roma: los vencedores adoptaron la cultura de los vencidos.


2. El traje hanSeda acuosa y burbujeante - La fibra textil por excelencia es la seda, la cual hemos de juzgar la más idónea para las exigencias climatológicas de China, ya que los tejidos de seda son frescos cuando se confeccionan finos y proporcionan gran cantidad de calor cuando se tejen tupidos. Pero sobre todo armoniza con la sensibilidad china porque la seda es la más taoísta de las fibras: por una parte, la seda es esa proporción del tao u orden natural que el chino observador de la naturaleza (en este caso la emperatriz Si Ling Chi, 2640 a. C.) ha encontrado para guarecerse de las inclemencias del tiempo y decorarse; por otra, la obtención de un filamento de seda siempre supone la inmolación de una mariposa.

En la caída extraordinaria de la seda reside su acuosidad. Tómese una pieza de tela de seda con las manos: parece fluir entre los dedos como una corriente de agua. Tal cualidad fue sin duda lo que determinó la característica más importante del traje han, el cual tiende a derramarse desde los hombros y, en sus túnicas más largas, llega verdaderamente a desparramarse por el suelo como una cascada. Con semejante personalidad, la seda no merece la pena cortarla: el traje chino se caracteriza por túnicas muy poco cortadas, que precisan escasa labor de costura. La seda es pictórica, se esparce por el cuerpo como una mancha de color y tejida como fina gasa, permite un juego de transparencias que nos remite a la técnica de la acuarela.

La seda también explica que, si durante los últimos cinco siglos, en Occidente el protagonismo en la indumentaria lo ha ostentado el ajuste, el corte a medida, el traje por tallas, en China el protagonismo lo ha ostentado la soltura y los consecuentes intersticios fluctuantes entre la piel y el tejido. La seda responde a cada movimiento del portador resbalando sobre la epidermis por muy breve o suave que haya sido ese movimiento: una indumentaria llena de vacíos burbujeantes.

Forma y función: abstracción y espiritualidad - Formalmente, ¿qué tienen que ver los trajes han con el cuerpo humano? Son trajes abstractos que no parecen comprender de ningún modo la configuración anatómica. Enfrenten semejantes vestidos a un joven vestido con cazadora y pantalones vaqueros. Verán que éste lleva en su traje una réplica estilizada de su cuerpo: el patronaje de estas prendas se elabora con piezas pequeñas para que una vez ensambladas se adapten fielmente a los volúmenes de los órganos humanos y, por añadidura, las costuras redibujan la distribución de los músculos principales: el cuerpo se ha sublimado al traje y éste es, en tanto que imita la naturaleza, figurativo. Nada que ver con el traje han. Que la indumentaria han desdeñe la imitación del cuerpo humano, de su soporte, implica que su inspiración es abstracta y nace de la espiritualidad.

Aristócratas sin manos ni pies - ¿Dónde están las manos en el traje han? En Occidente, por mucha ropa que lleves, siempre quedan al descubierto los órganos corporales con que nos comunicamos: el rostro y las manos. ¿Y las manos de los nobles chinos? Sobre el asunto de las manos cubiertas, borradas, que no enguantadas, hemos de ver un símbolo de la categoría social de quien las esconde. El trabajo manual ha sido considerado innoble a través de los milenios, aquí y en Beijing. Si los trabajadores no tienen otro remedio que mantener las manos libres de tejidos para ejecutar sus deberes manualmente, los aristócratas subrayarán su actividad exclusivamente espiritual negándolas, tornándolas virtualmente inexistentes.
La posibilidad de llevar una vida absolutamente sedentaria, reservada a la nobleza, y la indefensión frente al hombre, explican el uso indumentario de las mujeres de etnia han que más alucina a los occidentales: los pies atrofiados, acuñados por los poetas como “lotos dorados”.

El tótem - Sin cuerpo, sin manos siquiera, el chino han se nos presenta como un objeto colorido y abstracto en que el único elemento reconocible es el rostro. Sobre éste, moños, peinetas y tocados conforman un signo complejo y regulado por severos códigos protocolarios. El objeto del traje chino ha de ser el tótem, esa codificación semiológica de la espiritualidad.

Acaso los principales símbolos chinos sean el dragón que lucha para alcanzar la perla de la sabiduría (el dragón simboliza el universo en su vertiente espiritual y, por lo tanto, humana; y no hay mayor objetivo humano que alcanzar la sabiduría), los cinco murciélagos agrupados en torno al cesto de melocotón (simbolizan las cinco bendiciones que hacen feliz al hombre: larga vida, salud, riqueza, amor y muerte natural) y el hongo sagrado de la inmortalidad.
Mandarinato de nítida jerarquización - Frente a los símbolos citados, alegorías de aspiraciones comunes al ser humano, hallamos los símbolos jerárquicos, que suelen aposentarse sobre los tocados, los colores (de mayor a menor rango: púrpura, rojo, verde y azul; superada la etapa medieval, la dinastía Ming, “radiante”, hará del amarillo el color imperial) y los animales, generalmente aves para los funcionarios civiles y depredadores cuadrúpedos para los caballeros de la guerra. Desde el siglo XIV estos animales se bordaban en rectángulos de seda que después se cosían al delantero del vestido.

Vestidos llameantes – Pensamos ahora en los arquetipos del traje han. Todas las sociedades admiran mayoritariamente a sectores concretos de población, a grupos que por su actividad, su imagen o simbología pública son tomados como arquetipos o modelos de forma consciente o inconsciente. En Occidente el traje militar ha servido de motor al civil; en China, el traje de bailarina ha ostentado tan curioso poder. La danza dulce, en la cual la bailarina se asemeja a una llama, ha constituido durante centurias el divertimento favorito de la etnia han. Hombres y mujeres intentaban arrogarse la gracilidad y la sensualidad de las bailarinas mediante un vestido de mangas amplias y ondulantes.

Estabilizadores - Consecuencia directa de la aplicación de códigos protocolarios es la estabilidad del traje. Pero en la asombrosa estabilidad de la indumentaria china tradicional confluyeron otros factores: carencia de moda –carencia de una industria del traje que exija producir insatisfacción por el atuendo que se posee y anhelo de cambio– e inflexible conservadurismo, especialmente desde el siglo X. El traje era esencialmente estable porque no le quedaba escapatoria: a la administración totalitaria de la sociedad, vista al nivel de la macroestructura, le correspondía la gerontocracia al nivel de la microestructura. El poder de los ancianos sobre sus familias todavía se observa en diversos lugares de la China moderna.

3. El traje manchúLo han se entreteje indefectiblemente con lo manchú, y el traje chino debe considerarse una fusión de ambas fuentes culturales. Estas son las características del traje manchú:

1. Bipartición del cuerpo. Con una población mayoritariamente nómada se precisa un traje apto para cabalgar, lo que suele implicar una parte inferior bífida o practicable para adaptar el vestuario a la postura hípica. El pantalón, según todos los estudiosos, constituye una prenda de vestir originaria de las tribus nómadas esteparias, lo que explica de paso su duradera ausencia entre las poblaciones sedentarias como la grecolatina o la china. El traje que incorpora pantalón fue llamado primero hufu, y, después del siglo VI, kuzhe. La bipartición chaqueta-falda, tan antigua en China que podría pasar por han, la difundieron en realidad las mujeres manchús.

2. Lanas y pieles: traje ajustado. Si con la seda obtenemos tejidos suaves y ondulantes que demandan un diseño sin cortes y que preste toda su atención a la caída -la cualidad más evidente de los tejidos de seda-, la lana demanda justamente lo contrario. Posee lo que la profesión del vestido denomina cuerpo, esto es, capacidad de autosustentarse, tiesura, cualidades que nacen de su afieltrado natural. Se impone un corte escultural: piezas pequeñas y montadas como un edificio. Con las pieles ocurre como con la lana pero en mayor grado. Por coherencia estética entre material y forma, y por obvias motivaciones de orden climatológico y ergonómico, el traje manchú tiende al ajuste.

3. Colores fuertes. El traje manchú recibe en mayor medida que el han colores primarios, vivos, y colores oscuros. Los han prefieren los colores suaves “de las cosas naturales”.

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